Se trataba de ser especialista en un blog de publicidad. Algo ocurrió. Terminé escribiendo todo aquello que me venía a la cabeza.

domingo, 15 de enero de 2012

Un deseo.


Una brisa fresca acompañada de una dulce música invita a volar. Y entonces lo intente. Aunque parezca tonto a veces es efectivo.

Escribí en un pequeño papel mi mayor delirio. Construí un pequeño avioncito con mis manos y lo lance al aire. Desprendiéndome de mi preocupación, por un momento…

Vuela, vuela, y sin quererlo la brisa cambia de dirección, la música cambia de tempo, estampando mi inquietud, mi pequeño avioncito, contra un muro de piedra solida. Parece que ni el destino me permite extrañarte…

Este último pensamiento me recorre todo el cuerpo como un largo escalofrió, llenando mi mente de energía positiva. Y un “Pues, no” rotundo se escapa por mis labios. “No, si el destino no me permite extrañarte, tendrá el placer de enfrentarse con migo” dijo en voz alta, casi sin pensar.

Me acerco hacia el avión de papel, lo muerdo con los dientes, cojo impulso y me subo al muro de piedra solida donde poco antes se había producido un accidente aéreo.

Me dispongo a lanzar el avión de papel pero esta vez calculo la dirección del aire, el tempo de la música. Y lo dejo volar, vuela, vuela. Y se eleva. El sol le ilumina las alas escritas y brilla y sonrió y quién sabe, quizás algún día llegue a sus brazos, algún día se cumpla. 

No hay comentarios: