Ser feliz es
nuestro deseo más anhelado desde el principio de los tiempos. Desde que el
hombre es hombre sus decisiones han sido tomadas por una razón principal: ser
feliz. Quien lucha por alcanzar la cima, busca ser feliz. Quien desesperadamente
busca el amor, busca ser feliz.
La felicidad es
subjetiva. Cada cual tiene su propia felicidad. Cada uno la busca donde cree
que se encuentra. En el amor, en el dinero, en los amigos, en las drogas, en
los pequeños detalles, en el sexo, en la pasión por disfrutar la vida, en la
música, en el arte…
Sin embargo, la esencia
de la felicidad no es algo palpable ni se puede percibir por los sentidos. En esencia es estar en paz contigo mismo. Todos buscamos agradar. Agradamos
compartiendo lo que es nuestro con los demás, ya sea un simple lápiz hasta un
hecho solidario. Desde prestar la cosa más insignificante, hasta poner de lado
nuestros objetivos para agradar a otros.
Egoísta es, inmoderado
y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés,
sin cuidarse del de los demás; según la Real Academia Española de la lengua.
Pero si no nos queremos excesivamente nosotros mismos ¿quién lo hará?
La clave está en
ser uno mismo. Ser quien quieres ser no
quien todos esperan que seas. Sin importar lo que el resto opine de ti. No
intentes agradar a nadie. Es difícil cuando haces todo lo que los demás esperan.
Intentamos encajar y finalmente somos todo aquello que el resto espera. Porque
dejamos de ser buenos cuando no hacemos lo que el resto quiere que hagamos.
Pero se debe madurar.
Ser un poco egoísta a veces no está de mas. Amarse un poco más de la cuenta.
Dejar de hacer lo que el resto quiere ver y empezar a ser un poco más egoístas.
Así es empezar a ser felices.